La letra que ocupa el último lugar del abecedario griego recibe el nombre de omega. Se trata, por lo tanto, del símbolo que se sitúa en la 24º posición de dicho abecedario. Omega tiene una forma similar a la O, aunque con una abertura en su parte inferior. Su nombre podría entenderse como “O grande”, lo que sitúa a esta letra como contrapuesta de ómicron (“O pequeña”, la 15º letra del alfabeto griego).

Como la última letra del alfabeto griego, Omega se utiliza a menudo para denotar el último, el final o el límite último de un conjunto, en contraste con alfa, la primera letra del alfabeto griego. En la religión católica, se dice que Jesucristo es “el alfa y el omega”, ya que es el comienzo y el fin de todas las cosas.

Dentro del campo de la bioquímica, la noción de omega hace referencia a la cantidad de carbonos existente a partir del final de una cadena de tipo alifática. Los ácidos calificados como omega 3, en este sentido, son aquellos que cuentan con tres carbonos desde el final de la cadena y antes del doble enlace correspondiente.

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