La sigilografía como ciencia histórica con carácter autónomo, auxiliar o dependiente, e íntimamente relacionada con la diplomacia, el derecho, la historia del arte, es el estudio científico (crítico) de los sellos utilizados por el hombre a lo largo de los siglos como instrumento o medio adecuado para autorizar y validar la documentación pública (oficial) y aún la privada.

El objeto de estudio de la sigilografía, por lo tanto, son los sellos: las impresiones que se obtienen a partir de la presión que se ejerce con una matriz para dejar un registro en una superficie. El sello puede estar hecho con lacre, cera, papel, metal u otro material que permita estampar un signo.

El sello medieval es uno de los más estudiados por los expertos en esta disciplina ya que en aquella época era habitual que tanto reyes como nobles y demás figuras de relevancia recurrieron al empleo de ese elemento para poder certificar sus documentos y dejar constancia de que eran ellos los que los avalaron. Así, por ejemplo, hay películas medievales en la que aparecen algunos de los personajes lacrando sus cartas.

A mediados del siglo XIX, historiadores como Hermann Grotefend, Otto Posse, y Germain Demay, fueron los propulsores de la nueva sigilografía donde el sello se convierte en una fuente histórica. Aunque podemos poner como precedente el tratado sobre los sellos que publicó Heineck en 1709, donde además de la perspectiva diplomática, se analizaban los sellos desde la perspectiva de la historia.

Más información: es.wikipedia.org