La anacreóntica es una composición lírica en verso de arte menor que canta a los placeres de la vida, el vino y el amor. Su creador fue el poeta griego Anacreonte (siglo VI a. C.) por lo cual recibe esta denominación.

Anacreonte es el prototipo de poeta libertino y aficionado a la “mala vida”. La definición de “mala vida” no ha cambiado mucho con los siglos: bebedor, amante de fiestas y placeres carnales, poco amigo de las normas y los convencionalismos. Lo poco que conocemos de su obra nos permite considerarle como uno de los primeros y más importantes poetas de la antigüedad clásica.

Nace en la ciudad de Teos, en Jonia, en torno al 560 a.C. Su juventud la vivió en la corte del Tirano Polícrates de Samos, trasladándose a vivir a la ciudad de Atenas a la muerte de su protector en el 522. a.C.

Anacreonte fue muy admirado por la sociedad ateniense, destacando la opinión que sobre él tenía el filósofo Sócrates. Éste pensaba que era el más “sabio” de los hombres, en el sentido literal de esa palabra griega que significa “poeta”.

Sus obras más conocidas rebosan de amor por los detalles y por las cosas simples de la vida, aquellas que él consideraba esenciales: como su “oda a la golondrina”, “oda a la rosa”, “oda al amor” o la original “oda a la cigarra”.

Dice la leyenda que Anacreonte murió muy anciano, cercano a los 85 años de edad, atragantado por un grano de uva que se estaba comiendo. Curioso final para uno de los primeros “enólogos” del Mediterráneo.

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