El estudiante de medicina lo llama dipsómano, pero en el consultorio se transforma en alcohólico. La linda damita y el caballero elegante, lo llaman beodo. En casa del vecino es un borracho—dependiendo de la colonia del vecino, que no la nuestra— o un borrachales.

La voz teporocho, referida al ‘alcohólico indigente’ es un mexicanismo. Aunque la etimología de esta palabra es incierta, una explicación sobre su origen es que posiblemente surgió de la costumbre de beber infusiones de hojas de naranjo o canela mezcladas con alcohol.

Según se cuenta, en México, a principios del siglo XX, estas bebidas se vendían en puestos callejeros y su precio era de ocho centavos; de ahí la voz teporocho, es decir “té-por-ocho”.

Cierta versión callejera relata que, justo en el centro de la ciudad, en un puesto de garnachas vendían té con piquete a 10 centavos, pero que en el puesto de enfrente costaba dos centavos menos; así pues los comensales decían «mejor vamos por el té por ocho».

Se dice que son las personas eran frecuentes clientes de estos puestos preparaban su infusión no con ron, no con whisky, no con coñac, sino con alcohol puro de caña de 96 grados, para mayor 'deleite y golpe'.

Debemos suponer que esta bebida sigue existiendo. Tal vez ya no con el té de hojas de naranjo, sino con marcas de refrescos y aguas de sabor, y quizás ya no con alcohol de caña, sino con otros destilados. Pero la que sigue dando tumbos por ahí, fiel a su origen, es la curiosa palabrita.

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