Este instrumento musical de percusión (llamado también "palillo") tiene origen fenicio, unos mil años A.C. siendo usado en el Antiguo Egipto y en Grecia; luego, por la actividad comercial se expandió al Mediterráneo, acompañando los bailes andaluces y flamencos, en toda España y sur de Italia principalmente.

Constan de dos conchas simétricas, de marfil o de madera dura, unidas entre sí por un cordón; se golpean una con otra en la parte cóncava para mejor resonancia. Se tocan con una en cada mano. Su nombre se debe a la forma de castaña que tienen al cerrarse.

El ejecutante puede lograr sonidos más agudos, desde simples a más complejos; estos sonidos generalmente son secos y breves, excepto en Islas Baleares, que se caracterizan por una sonoridad grave.

Cuando se usa en una orquesta (por ejemplo, en el segundo acto de Carmen de Bizet) las castañuelas se sujetan a un mango para facilitar su manejo.

Otro compositor muy importante del barroco que les dio papel fundamental en sus obras fue Santiago de Murcia.

Además Boccherini y Wagner crearon obras con protagonismo de castañuelas.

Actualmente, las castañuelas junto a la guitarra española clásica o flamenca, forman parte casi indisolubles, del folclore y la cultura ibérica, lusitana y de ciertas culturas de Iberoamérica. Son un acompañamiento clave en la danza y en la estructura rítmica, lo que le da vigencia, a pesar de los siglos de su nacimiento.

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