En las dos guerras mundiales, Alemania intentó aislar a Gran Bretaña cortando sus rutas marítimas de suministro. Para ello construyó una flota de submarinos a los que llamó U-Boot. La expresión deriva del alemán unterseeboot, que significa "nave submarina".

En la Primera Guerra Mundial la capacidad del U-Boot era bastante limitada, ya que operaban fundamentalmente en superficie donde se desplazaban utilizando motores diésel convencionales.

Únicamente empleaban las baterías eléctricas para sumergirse y atacar a los cargueros que abastecían Gran Bretaña. En uno de esos ataques destruyeron el trasatlántico RMS Lusitania que se hundió con 234 estadounidenses a bordo, lo que empujaría a Estados Unidos a implicarse en la guerra. El principal escenario donde actuaron fue el océano Atlántico y el mar del Norte y rara vez el océano Índico u océano Pacífico.

En la Segunda Guerra Mundial, Alemania volvió a la estrategia de los submarinos por necesidad. El Tratado de Versalles, su acuerdo de rendición tras la Primera Guerra Mundial, limitaba el número de barcos de su ejército.

Incapaces de competir contra la Marina Real Británica, construyeron submarinos, más rápidos de fabricar que los barcos.

A pesar de su éxito inicial, la aplicación del sónar, del radar y la implicación de Estados Unidos acabarían dando la victoria a los aliados en la que se llamó la "Batalla del Atlántico". Cerca de 100 000 marineros perdieron la vida.

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