El Irupé, cuyo nombre científico es Victoria cruziana, es una de las plantas acuáticas más grandes del mundo y de extraordinaria belleza, cargada de mitos, creencias y leyendas.

La ninfácea más grande del mundo es una planta acuática endémica de las cuencas de los ríos Paraná y Paraguay donde desplegó toda su belleza.

El irupé, que en lengua guaraní significa "plato de agua", aludiendo así a la forma de sus hojas, en esta región del Paraná, solo se la puede apreciar entre diciembre y mayo.

Los primeros pimpollos del Irupé aparecen en febrero y ese asombroso espectáculo de la naturaleza atrae a amantes de la flora autóctona. El fruto del Irupé es comestible y los indios guaraníes lo bautizaron "maíz de agua".

La flor del Irupé de unos 40 centímetros de diámetro, y dulce fragancia, permanece abierta durante el día. Al retirarse la luz, se cierra y se sumerge en el agua hasta el amanecer.

Una famosa leyenda guaraní relata que un día, mientras paseaban por la orilla del río Paraná, Morotí (la hija de un cacique) arrojó su brazalete para que Pitá (el guerrero más valiente de la tribu) lo rescatara. Ambos se amaban con devoción.

Pronto se lanzó al agua el indio enamorado, pero no volvió a surgir. Morotí se sumergió también, buscando entre las aguas el cuerpo de su amado.

Pasaron las horas y ninguno de los dos volvió a la vida. Pero al amanecer vieron en las aguas una flor extraña. Eran las almas de los amantes, encarnada en la flor del Irupé.

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