La serpiente marina oliva (Aipysurus laevis) es la serpiente de mar más común a lo largo de la costa norte de Australia y los grupos de islas cercanas. Es una verdadera serpiente y recibe su nombre común por el color de su piel.

Como todos los reptiles, la serpiente de mar respira aire, pero, a diferencia de las tortugas marinas, los cocodrilos, los kraits de mar y otros reptiles marinos —que deben anidar en la costa—, todo el ciclo vital de la serpiente de mar se desarrolla en el océano.

Esta especie, que llega a medir más de dos metros, está bien adaptada a la vida en los arrecifes de coral. Tiene una cola aplanada en forma de paleta y un gran pulmón que le permite pasar horas entre respiraciones en la superficie.

Dada su longitud, tiene órganos especiales de detección de la luz en la cola que le permiten permanecer totalmente oculta, incluida la cola, en sus escondites preferidos entre el arrecife, durante las horas de luz.

La serpiente de mar oliva es una serpiente muy venenosa que caza activamente peces de tamaño pequeño y mediano e invertebrados bentónicos, como gambas y cangrejos. Prefiere cazar de noche y sólo sale de sus escondites diurnos para respirar de vez en cuando.

Son curiosas por naturaleza y se sabe que se acercan a los buceadores, no de forma agresiva pero sí inquisitiva, especialmente por la noche. Rara vez muerden a las personas, pero sus mordeduras pueden ser mortales.

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