Se trata de un hongo que se encuentra bajo el suelo y que posee un aspecto exterior oscuro tirando a negro, de superficie verrugosa.

La trufa negra (nombre científico Tuber melanosporum) conocida también como trufa de Périgord, o “diamante negro” de la gastronomía, es un hongo comestible que crece en nuestra tierra, y su particularidad es que su cosecha es de manera subterránea a unos diez a quince centímetros de profundidad, alcanzando entre tres y doce centímetros de diámetro. Su hábitat natural son los bosques del sur de Francia, Italia y España.

Su sabor es esencialmente picante y amargo. Es un alimento que no se cocina y se agrega directamente a las comidas. En relación a nutrientes, el diamante negro aporta en vitaminas, hierro y minerales como potasio, fósforo, calcio y azufre.

Deben ser encontradas por un perro adiestrado que detecta su fuerte aroma a través de la tierra.

La trufa negra forma una asociación simbiótica con la raíz de árboles hospederos (generalmente encinos o robles) conocida como micorriza, lo que obliga al productor a tener que producir el árbol con el hongo en su raíz.

Aunque no a la altura de las trufas blancas (indiscutiblemente consideradas las mejores) es muy requerida por la gastronomía mundial y compite con el caviar, el azafrán y el foie gras.

Por ello, la Argentina, por medio de la pyme Trufas del Nuevo Mundo, comenzó a comercializar el producto al Reino Unido, Estados Unidos, España y Francia.

Más información: es.wikipedia.org