Se llama velocidad de escape a la velocidad mínima que un objeto debe alcanzar para superar la gravedad de un cuerpo celeste y poder escapar de su influencia.

Dicha velocidad no depende de si el cuerpo celeste tiene o no atmósfera.

Si se arroja una piedra, ésta llegará a una determinada altura y caerá. Si se la arroja con la suficiente fuerza, sería capaz de alcanzar una altura tal, que el campo gravitatorio de la Tierra no la podría retener y seguirá su camino por el espacio.

Deducida de las leyes de Newton, la velocidad de escape es proporcional a la raíz cuadrada de la masa del cuerpo celeste, dividido por la raíz cuadrada del radio del mismo. A modo de ejemplo, la velocidad de escape de la Tierra es de 11,2 km/s o 40 320 km/h aprox.

Marte tiene casi la mitad del tamaño que la Tierra (unos 6 792 km), su masa es una décima parte y su gravedad es de 3,7 m/s². Para escapar del campo gravitatorio marciano, una nave debe alcanzar una velocidad de 5,02 km/s o 18 072 km/h aprox.

Fobos, con un diámetro medio de 11 km, tiene una velocidad de escape de aprox. 0,011 km/s o 39, 6 Km/h aprox. Deimos, con un diámetro medio de 6 km, tiene una velocidad de escape de 0,0069 km/s o 24,89 km/h aprox., lo que significa que se podría salir de la luna saltando directamente.

Como dato de referencia, la velocidad de escape del Sol es de 617,7 km/s o 2 223 720 km/h aprox. y la de Júpiter es de unos 59,5 km/s o 214 200 km/h aprox.

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