Los principios básicos del paracaídas fueron trazados por Leonardo da Vinci (1452-1519) en el Renacimiento, desarrollando el primer artefacto diseñado para planear a partir de la observación de las leyes de la física y la naturaleza; su paracaídas era piramidal.

A pesar de que no existen registros de que el paracaídas diseñado por Da Vinci en el año 1483 fuera construido, en el año 2000 se fabricó uno siguiendo sus diseños. El paracaídas superó, contra muchas previsiones, la prueba del aire. El artefacto, una especie de pirámide formada por ejes de madera y algodón crudo, fue reconstruido y probado más de cinco siglos después por el paracaidista londinense Adrián Nicholas. Cuando lo abrió a aproximadamente unos 3 000 metros de altura en los cielos de Sudáfrica, el paracaídas se reveló ágil y eficaz.

A pesar de las ideas esbozadas por Da Vinci durante el Renacimiento, el primer hombre que puso en acción un paracaídas fue Abbás Ibn Firnás, en el año 852, con éxito parcial, pues saltó con una gran lona y sufrió algunas heridas. Luego, el físico francés Louis-Sébastien Lenormand en 1783 saltó desde un árbol con dos enormes paraguas.

Un par de años después, dos aeronautas franceses saltaron cuando estaban a bordo de un globo. Otro francés, André-Jacques Garnerin, fue el primero en utilizar de manera regular paracaídas, pues se dedicaba a hacer saltos de exhibición, incluyendo uno a 2 400 metros de altitud en Inglaterra en 1802.

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