Se llama ardilla a ciertas especies de roedores esciuromorfos de la familia de los esciúridos (Sciuridae).

Las ardillas son de tamaño pequeño, de entre 38 a 45 cm de longitud. Sus patas son cortas, pero fuertes. Mediante sus uñas curvadas y afiladas, se agarra a la corteza cuando salta de un árbol a otro (son auténticas acróbatas). La cola le ayuda a mantener el equilibrio cuando anda por las ramas. Su buena vista le permite calcular bien las distancias.

Algunas de ellas (Pteromyini) son capaces de planear gracias a que poseen membranas (patagio) entre sus patas, que hacen la función de paracaídas, y una gran cola que les sirve para controlar el vuelo.

Acostumbran vivir en bosques caducifolios o de coníferas. Para ellas, las ramas de los árboles son caminos en el aire.

Cuando el fotoperiodo empieza a acortarse en otoño, las ardillas se dan cuenta. En los animales, los cambios estacionales son seguidos por el sistema fotoneuroendocrino, un conjunto sensible de glándulas, hormonas y neuronas que están conectadas para ajustar nuestra química interna cuando cambia la duración del día.

Al igual que almacenan comida bajo tierra para utilizarla durante el invierno, las ardillas almacenan grasa en su cuerpo para prepararse para el frío. Cuando la comida escasea, una buena capa de grasa ofrece la energía que una ardilla puede necesitar para sobrevivir. También les ayuda a mantenerse calientes cuando baja la temperatura.

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