Alemania es una república federal, democrática, representativa y parlamentaria. El sistema político alemán opera bajo un marco establecido en Ley Fundamental de 1949.

El presidente es el jefe de estado, es elegido para un máximo de dos mandatos de cinco años por el Parlamento Federal. En orden de precedencia, le sigue el presidente del Parlamento Federal, responsable de supervisar las sesiones del cuerpo. El tercero, y no menos importante, es el Canciller, que es el jefe de gobierno.

Como jefe de estado, tiene competencias limitadas y ejerce una función más bien protocolaria y de carácter representativo.

La Constitución alemana le otorga muy poco poder político, aunque se entiende que con sus discursos puede orientar y convertirse en un elemento integrador en tiempos de ruptura política.

No interfiere en la labor del gobierno, pero cobra importancia en caso de que el Parlamento sea disuelto o de que un Gobierno se quede en minoría.

Representa al país tanto dentro como fuera del país. Además, nombra los miembros del Gobierno, los jueces y los altos funcionarios.

Designa a un candidato para el puesto de canciller y lo nombra una vez éste ha sido elegido por el Parlamento.

También tiene además una función de control, estudia y firma los proyectos de ley para convertirlos en leyes, otorga indultos y rubrica los tratados internacionales.

Cualquier acto oficial suyo requiere el visto bueno del Gobierno Federal y no puede promulgar decretos de emergencia.

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