Perseo es un semidiós de la mitología griega, hijo de Zeus y de la mortal Dánae. La tradición le atribuía la fundación de Micenas.

Con la ayuda de los regalos de unas ninfas, Perseo voló para conseguir la cabeza de Medusa.

Según Ovidio, el primer encuentro que tuvo Perseo a su regreso fue con el titán Atlas, a quien se presentó como hijo de Zeus. Perseo no fue bien recibido ya que un oráculo le había dicho a Atlas que un hijo de Zeus le robaría las manzanas del jardín de las Hespérides.

Cuando el gigante adoptó una postura amenazante, el héroe le mostró la cabeza de Medusa y lo convirtió en piedra, pasando a ser así la cadena montañosa que conocemos con ese nombre, Atlas.

Perseo continuó su viaje hacia el oeste, a través de África, y llegó a Etiopía, donde vio a una muchacha encadenada a una roca junto al mar. Era Andrómeda, la hija del rey Cefeo, que estaba a punto de ser sacrificada a un monstruo marino como acto conciliador por las arrogantes palabras de su madre Casiopea.

Perseo vio aparecer al terrible monstruo de las profundidades del mar para devorar a Andrómeda y les dijo a sus desesperados padres que la salvaría si prometían convertirla en su esposa. Cefeo y Casiopea aceptaron de inmediato e incluso le ofrecieron el reino como dote.

Como si de un ave se tratase, Perseo se abalanzó sobre la bestia y le clavó su sable. Sus sandalias aladas le permitieron huir inmediatamente del ataque del monstruo, que murió poco después de ser atravesado.

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