Las especies de clase mamífero poseen glándulas capaces de producir leche para alimentar a sus crías, casi siempre en hembras que han estado gestando durante un tiempo previo. Estas glándulas se organizan en órganos normalmente llamados mamas (de ahí el nombre mamífero), aunque en rumiantes se llaman ubres. En muchas especies, la mama forma un seno acabado en tejido elevado, el pezón o tetilla, que es por donde la cría toma leche.

La cantidad de mamas varía mucho entre especies. La regla general es que suele haber tantas como número de crías pudieran llegar a nacer a la vez.

Así, el número de mamas en la mayoría de primates es de dos.

Cabras, ovejas, yeguas y cobayas también tienen dos, pero ubicadas en la zona inguinal.

Las vacas, también dan de mamar desde su zona inguinal, pero emplean cuatro ubres, no dos.

El número de tetillas en las perras es variable, porque depende, entre otras cosas, de la raza, pero típicamente serían entre ocho y diez. Igual o más que las gatas, que no sobrepasan las ocho.

Una diferencia entre ratas y ratones, es que las ratas disponen en su región abdominal de dos tetillas que los ratones no tienen; por eso las ratas tienen doce tetillas y los ratones solo diez.

Por último, la cerda, que puede parir un número elevado de crías, tiene dos hileras de mamas, que suman de diez a dieciocho pezones.

Mención especial merece la zarigüeya de Virginia, por ser uno de los pocos mamíferos con número impar de mamas: trece en este caso.

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