Si bien las cebras provienen de la familia de los caballos (Equidae, équidos o equinos), son totalmente salvajes. Hace años se intentó que este animal se domesticara y se le colocaron monturas e incluso se buscó la posibilidad de que llevaran peso de un lado a otro, pero nunca pudo ser posible justamente por su temperamento salvaje.

Son équidos, mamíferos, herbívoros, ruidosos y activos que viven salvajes en África. Gracias a su instinto y al estar expuestas a numerosos animales carnívoros, las cebras siempre están preparadas para luchar y defenderse de posibles adversarios.

Se conocen como cebra​ a tres especies del género Equus propias de África —Equus quagga (cebra común; con cinco subspecies),​ Equus zebra (cebra de montaña; dos subespecies)​ y Equus grevyi (cebra de Grevy)​— cuya característica más distintiva es su coloración a base de rayas blancas sobre un fondo negro.

Etimológicamente, la palabra cebra que utilizan los hablantes de español deriva del nombre del «zevro/a» o «cebro/a», un équido salvaje que habitó la península ibérica por lo menos hasta bastante avanzada la Edad Media.

Cuando los portugueses empezaron a explorar el litoral africano y llegaron al cabo de Buena Esperanza, a finales del siglo XV, se encontraron con las cuagas, una subespecie de la cebra común, que por su aspecto y carácter salvaje, les debieron recordar a los zebros, por lo cual les dieron el nombre de zevras.

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