En 1700 murió Carlos II sin dejar descendencia directa al trono español. La falta de un candidato claro para una de las coronas más importantes del continente desató la pugna entre dos pretendientes.

Por un lado, el borbónico Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y a quien el propio Carlos II había nombrado sucesor en su testamento. Los Habsburgo se oponían a la creación de un eje franco-español, por lo que opusieron como candidato al archiduque Carlos, segundo hijo del emperador Leopoldo I.

Se formó una coalición antifrancesa integrada por Inglaterra, Holanda, el Imperio alemán, Portugal, Dinamarca y el Ducado de Saboya.

Las potencias contendientes alcanzaron una solución de compromiso con la firma del Tratado de Utrech en 1713.

Se reconocía la legitimidad de Felipe de Borbón como rey de España a cambio de que renunciara a sus derechos sobre el trono de Francia, a la vez que Inglaterra se desprendía de gran parte de sus posesiones en Europa: los Países Bajos católicos, los dominios italianos, Milanesado, Nápoles, Sicilia y Cerdeña.

Por otro lado, se hizo con estratégicas posesiones coloniales y puertos marítimos como Menorca y Gibraltar que fueron la base de su supremacía futura y del Imperio británico.

La guerra duraría un año más en Cataluña, aliado al partido austracista, que se vio abandonada por sus "aliados" continentales tras la firma del tratado.

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