Las Fuerzas armadas uruguayas cuentan con una fuerza total de 30.000 efectivos aproximadamente: 15 800 activos, y 14 200 reserva. El país destinaba en el año 2014 US$ 219 millones para mantenerlas, lo que representa 0,5% del PIB. Están formadas por el Ejército Nacional, la Armada Nacional y la Fuerza Aérea Uruguaya.

Históricamente, se considera que el ejército uruguayo tiene su bautismo de fuego en 1811, al comenzar el proceso emancipador del Reino de España; el prócer nacional, José Artigas, tuvo un papel decisivo en tales instancias. También en esa etapa (hacia 1817) nace el embrión de lo que luego sería la Armada Nacional uruguaya.

Entre el fin del siglo XIX y los últimos años de la década de 1960, los civiles dominan la política y los militares pasan a segundo plano. La acción del presidente José Batlle y Ordóñez evita la consolidación de cualquier forma de poderío territorial de los militares.

La Constitución de 1918 limita enormemente la participación política de los militares. Incluso, durante los golpes de Estado de 1933 y 1942, las fuerzas armadas uruguayas permanecen leales al presidente titular de turno, sin intervenir en esos episodios de quiebre institucional.

Esto es así hasta que, en la década de los años 1970, intervienen en el combate a la guerrilla. Al retornar la democracia a mediados de los años 1980, los gobernantes civiles tuvieron una delicada tarea tendiente a que los militares volvieran a quedar restringidos a sus misiones constitucionales

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