¿Cómo se representaba al dios del sol Helios en la mitología griega y el arte religioso?
El sol, fuente de luz y de vida, siempre ha sido venerado por el hombre desde la infancia de la humanidad. Su calor abriga y su luz ilumina, protegiendo a los hombres de los peligros desconocidos de la oscuridad. Los griegos les dieron forma humana a sus dioses y en el caso del sol, su personificación fue Helios.
Helios era imaginado como un hermoso dios coronado con la brillante aureola del sol, que conducía un carro por el cielo cada día hasta el Océano que circundaba la tierra y regresaba por este hacia el este por la noche. Homero describe el carro de Helios como tirado por toros solares. Más tarde Píndaro lo escribió que por «corceles que arrojaban fuego». Posteriormente, los caballos recibieron fogosos nombres: Flegonte (‘ardiente’), Aetón (‘resplandeciente’), Pirois (‘ígneo’) y Éoo (‘amanecer’).
Helios era el hijo de dos titanes: su padre fue Hiperión y su madre Tea, quien protegía la vista y dotaba al oro, la plata y las gemas con su resplandeciente brillo característico, llamada también Eurifaesa por Homero. Sus hermanas eran Selene, la diosa de la luna, y Eos, la aurora.
Helios fue venerado en toda Grecia, sobre todo en Rodas, donde le dedicaron una de las Siete Maravillas del Mundo: el Coloso, una representación del tan adorado dios. A medida que pasó el tiempo, Helios fue cada vez más identificado con el dios de la luz, Apolo. Su equivalente en la mitología romana era el Sol, y específicamente Sol Invictus.
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