La maderada era una forma de transporte fluvial para la conducción de los troncos de madera procedente de las talas de bosques y pinares hasta los lugares de utilización de esa madera. Los troncos se transportaban por flotación conducidos por cuadrillas de gancheros.

En España se utilizó este método de transporte en los ríos Ebro, Tajo, Júcar, Turia y Segura, principalmente y en menor medida en el Guadalquivir. Se tiene constancia documental de estas conducciones ya en el siglo XVI, y se prolongó su uso hasta mediados del siglo XX.

Los gancheros solían dividirse en grupos. Un grupo vigilaba los puntos en los que era probable que los troncos se atascaran y, cuando se iniciaba un atasco, intentaban llegar a él rápidamente y sacar los troncos clave antes de que se acumularan otros troncos. Si no lo hacían, el río seguiría acumulando más troncos, formando una presa parcial que podría elevar el nivel del agua.

Este trabajo requería músculos fuertes y una agilidad extrema. El equipo de atascos era una ocupación extremadamente peligrosa, con los gancheros parados de pie sobre los troncos en movimiento y corriendo de uno a otro. Muchos gancheros perdieron la vida al caer y ser aplastados por los troncos.

La maderada entraba en conflicto con la navegación, ya que los troncos a veces llenaban todo el río y hacían que el viaje en barco fuera peligroso o imposible.

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