Heidi es una niña huérfana bajo la protección de su tía que, por razones de trabajo, debe llevarla a vivir con su abuelo, un ermitaño refugiado en una cabaña en los Alpes.

Entre los personajes que acompañan a la protagonista en sus aventuras campiranas: el niño Pedro, Clara la niña inválida, la cabra Copo de Nieve, y el orondo perro Niebla, un San Bernardo come-caracoles-del-campo.

Niebla es el testigo silencioso, la mascota del abuelo que aparece siempre en los momentos oportunos para rescatar a los protagonistas de una situación peligrosa, o bien para destensar con su sola presencia un momento dramático.

Su peculiaridad es el gusto por los caracoles, curioso alimento para un perro de sus dimensiones, pero a los que consume cual botana.

A pesar de su tamaño, Heidi no teme a Niebla: su innato respeto y admiración por la naturaleza, le permiten crear un vínculo con el animal y con todo el que aparece en su vida.

El perro es el vínculo entre el ser humano y el hábitat.

Pero, sin duda, el dramatismo permanente de la serie es el éxito de la misma: la niña huérfana que se enfrenta a la vida con su inocencia y de la mano de sus amigos. Un derroche de valores bien explotados para el deleite de los niños de todos los tiempos.

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