El grillo pasa por tres estadios durante su vida. Estos tres estadios son: huevo, ninfa y adulto. Hace, por tanto, una metamorfosis simple o incompleta (hemimetabolismo), ya que no pasa por la fase de pupa o crisálida a diferencia de la mayoría de los insectos.

En la naturaleza las hembras de grillo ponen los huevos en el suelo y, a veces, en las raíces de las plantas. En los lugares donde el año tiene estaciones diferenciadas, suelen ponerlos en verano quedando inactivos durante el invierno los puestos a principios de otoño. La hembra pone sus huevos a aproximadamente un centímetro de la superficie del terreno para protegerlos. Para ello usa su característico oviscapto. En lugares con temperaturas estables, como países cálidos o granjas, los huevos eclosionarán al cabo de 10 o 14 días. Se calcula que una hembra en cautividad pone de 200 a 300 huevos durante su vida en distintas puestas. El número de huevos por puesta es mayor cuanto más joven es la hembra.

A diferencia de las larvas, las ninfas son similares a los adultos, de los que difieren por la falta de madurez de las gónadas (órganos sexuales productores de los gametos), por la pequeñez de los apéndices que se encuentran donde están las alas en el adulto —esbozos alares, en los insectos alados—, y en el tamaño, más pequeño.

Las ninfas de grillos recién nacidas son muy blandas y de color blanquecino pero rápidamente adquieren el color propio de su especie al endurecerse la quitina de su exoesqueleto.

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