La lluvia helada es un fenómeno atmosférico que se da cuando el agua de lluvia se convierte en hielo nada más tocar cualquier superficie. Por lo tanto, la lluvia es líquida, pero se congela al instante al impacto, convirtiéndose así en un bloque de hielo macizo, compacto y transparente. Los expertos explican que esto sucede porque la condensación del vapor de agua que está en el interior de las nubes, y que es más pesado al ser frío, cae por la gravedad hacia la superficie terrestre en forma de hielo.

Por todo ello, se trata de un fenómeno meteorológico muy peligroso, con consecuencias catastróficas en la gran mayoría de los casos. La lluvia helada suele generar un gran caos porque se forma una superficie muy resbaladiza en el suelo, de manera que el riesgo de caída es elevado. Además, el hielo aumenta el peso de cualquier objeto, como tejados o árboles, con el consiguiente riesgo de derrumbe que esto supone. A todo ello hay que sumar que las líneas eléctricas colapsan, dejando a los vecinos sin luz y sin calefacción.

Este fenómeno suele darse de forma ocasional en regiones con temperaturas extremadamente bajas en los meses de invierno.

En la ciudad de Valladolid, el 28 de febrero de 2018, tras el paso de un frente cálido que dejó registros de 10 litros por metro cuadrado, la nieve se transformó en lluvia cuando de madrugada el termómetro registró valores negativos.

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