El batiscafo es una embarcación sumergible que se emplea para la exploración de las profundidades marinas. Suelen utilizarse con fines militares o científicos. No se debe confundir con el submarino, que normalmente opera a profundidades que rara vez superan los 1 500 metros.

Para descensos de mucha profundidad se recurre al batiscafo, ingenio cuyo nombre proviene del griego antiguo y, por definición, su significado es «barca de profundidad».

Se compone de una cabina similar a la de una batisfera suspendida bajo un depósito lleno de algún líquido que sea más ligero que el agua, como la gasolina. La propulsión la proporcionan unos motores alimentados por una batería eléctrica.

Están equipados con cámaras y tecnología que les permite registrar, medir e incluso rescatar objetos del fondo marino, como restos de barcos naufragados.

El batiscafo fue inventado por Auguste Piccard y la primera inmersión, sin tripulantes y con piloto automático, se llevó a cabo en aguas del archipiélago de Cabo Verde en 1948 y estuvo a cargo del batiscafo FNRS-2. Se logró descender a 1 080 m de profundidad.

Se realizaron numerosas pruebas y mejoras y en septiembre de 1953 Piccard y su tripulación lograron descender a 3150 m con el nuevo batiscafo Trieste, construido en Italia y que, en 1959 logró los 5 486 metros de profundidad y un año después los 10 916 m en aguas de Guam, permaneciendo media hora en el fondo del océano.

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