La mitocondria se caracteriza por ser de gran tamaño, en comparación con otros orgánulos celulares, y tener una forma globular. Además, tiene como función principal suministrar la energía necesaria para llevar a cabo la respiración celular.

Es decir, la mitocondria se encarga de descomponer los nutrientes y la de sintetizar el trifosfato de adenosina o ATP, por sus siglas en inglés, que es fundamental para obtener energía celular.

Asimismo, tiene la capacidad de reproducirse por sí misma, esto se debe a que posee ADN propio, el cual le permite formar más mitocondrias según la célula precise de tener mayor cantidad de ATP. Por tanto, mientras las células sean más activas, más mitocondrias necesitará.

Posee una estructura plasmática y un carácter dinámico que le permite variar de tamaño y forma, ya que se puede dividir, fusionar o deformar.

Sin embargo, se acostumbra representarla de forma alargada. Su tamaño se calcula entre 0,5 y 1 μm de diámetro y, aproximadamente 7 μm de largo.

Regulan la producción de estrógeno y testosterona y se caracterizan por tener su propio material genético. El ADN mitocondrial se duplica y sus copias se transmiten a través de los gametos femeninos, es decir por parte de la madre. De allí que algunos científicos consideren que la mitocondria forma parte de las consecuencias de la reproducción sexual.

Cumplen con una función muy importante que es generar calor para mantener la temperatura de los organismos vivos, en especial, en los mamíferos.

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