Un epónimo es el nombre de una persona o de un lugar que sirve para designar un pueblo, una época, una enfermedad, una unidad, etc., es decir, un epónimo es una persona o cosa que da nombre a otra persona o cosa. Así, Francisco de Quevedo es el epónimo de quevedos; Alois Alzheimer es el epónimo de enfermedad de Alzheimer; el personaje de Harry Potter es el epónimo de los libros que relatan sus historias (como Harry Potter y la piedra filosofal); Michael Faraday es el epónimo de la unidad faradio.

Además de funcionar como sustantivo puede hacerlo como adjetivo:

Tros fue el héroe epónimo de Troya, y Rómulo el de los romanos.

La eponimia, es decir, el proceso de crear una palabra a partir de otro nombre, es un procedimiento habitual para crear neologismos y está relacionada con la metonimia, la lexicalización y la etimología. En la actualidad, abundan marcas comerciales epónimas, como Kleenex, epónimo de clínex (‘pañuelo de papel’).

Hay básicamente dos formas de crear denominaciones por eponimia:

Un genérico seguido de un complemento con de. En estos casos, se conserva la ortografía del epónimo: ley de Newton, complejo de Edipo, aparato de Golgi.

Un genérico, que va en minúscula, con el epónimo en aposición. La ortografía aquí es variable y puede adaptarse el epónimo al español, con minúscula, o puede dejarse el original ejemplo: efecto Compton, ley Sinde, grado Celsius, calle Alcalá.

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