Las egagrópilas (conocidas en cetrería también como plumada, pelota o egregófito, por influencia del idioma portugués) son bolas formadas por restos de alimentos no digeridos que regurgitan algunas aves carnívoras. Entiéndese por regurgitar al acto de expulsar por la boca, sin el esfuerzo ni las sacudidas de la emesis, algunos contenidos sólidos o líquidos del tubo digestivo.

El contenido de cada egagrópila así expulsada depende de la dieta del ave, pero normalmente contienen huesos, piel, pelambre, exoesqueletos de insectos, materia vegetal indigerible por exceso de celulosa, plumas, uñas y dientes, que las aves no pueden digerir. Son muy útiles en ornitología para saber el tipo de alimentación que estas llevan y en ecología para conocer las relaciones de predación. Suelen ser muy normales entre búhos, lechuzas, buitres y otras rapaces.

Se suelen utilizar especialmente para determinar con mayor certeza a qué especie corresponden los huesos o fragmentos óseos incluidos en la plumada, las mandíbulas inferiores y también los cráneos o fragmentos de estos.

El pelo, los huesos y otras partes corporales (como miembros, fragmentos de piel, incluso heces) de roedores conservados en las egagrópilas bien pueden vehiculizar virus y bacterias viables provenientes de los roedores. Resulta, pues, aconsejable esterilizar las egagrópilas en un horno de microondas antes de estudiar su composición en restos óseos o minerales.

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