¿Cómo consumen agua las ranas?
Ranas y sapos pueden respirar a través de la piel. En determinadas épocas del año la piel es, de hecho, su principal órgano respiratorio. Pero no son gases lo único que intercambian con el medio externo por esa vía. También incorporan agua.
La mayoría de los anfibios terrestres no beben agua. La necesitan, por supuesto, pero la absorben a través de la piel, gracias a su gran permeabilidad.
Algunas ranas y sapos tienen una zona —la pélvica— especializada para facilitar la incorporación de agua. Es una zona comprendida entre la pelvis y el abdomen, la situada entre las inserciones de las extremidades posteriores al tronco.
De hecho, los anfibios terrestres, cuando necesitan hidratarse, no tienen por qué sumergirse en una masa de agua; les basta con colocarse, sentados, sobre un sustrato húmedo o mojado, o aplastar la zona pélvica contra ese sustrato. El epitelio de esa zona está lleno de capilares sanguíneos, por lo que puede llegar a absorberse un volumen importante de agua.
La cantidad que una rana puede absorber de ese modo en un día es equivalente al triple de su masa corporal.
La fuerza que impulsa la absorción de agua es un gradiente osmótico. El agua que se absorbe está muy diluida, casi no tiene sales. La sangre del sapo es de mayor concentración osmótica que el agua; tiene muchas más sales disueltas. Por esa razón, el agua del exterior tiene una fuerte tendencia a penetrar a través de la piel.
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