En la mitología romana, Caco (en griego antiguo Κακός, ‘malo’ o ‘malvado’; en latín Cacus), hijo de Hefesto y hermano de Caca, era un gigante mitad hombre y mitad sátiro que vomitaba torbellinos de llamas y humo. Vivía en una cueva del monte Aventino en el Lacio (actual Roma), en cuya puerta siempre colgaban, para horror de los habitantes, las cabezas sangrantes de los humanos que devoraba. «Caco» se ha convertido en sinónimo de ‘ladrón’.

Según la Eneida –en la que Evandro cuenta la historia a Eneas– tras haber derrotado a Gerión, Heracles condujo su rebaño de bueyes hasta las orillas del Tíber. Mientras los dejaba pastar, se durmió y Caco –quien moraba cerca– robó cuatro parejas de bueyes que condujo a su cueva arrastrándolos de espaldas por el rabo, de forma que no dejaran huellas.

Cuando Heracles despertó y se dispuso a abandonar los pastos, el ganado que le quedaba empezó a mugir lastimero hacia la cueva, donde una vaca respondió. (Según otra versión, al momento de pasar con el resto del ganado frente a la cueva de Caco, las reses robadas, empezaron a llamarse unas a otras).

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