El Dr. Alexander Wood (Edimburgo), fue el primer médico en usar una jeringa hipodérmica y lo hizo para aliviar el dolor, inyectando morfina a su esposa, Rebecca Massey, quien padecía un cáncer por entonces incurable. Con el tiempo creó una adicción a dicha sustancia y curiosamente no falleció de cancer si no por sobredosis.

La jeringa tal como la concebimos hoy en día se inventó en 1853 simultáneamente por el escocés Alexander Wood, (quien lo utilizó para inyectar morfina subcutánea en pacientes con neuralgia crónica) y el francés Charles Gabriel Pravaz que en lugar de eso utiliza esta herramienta para introducir los sacos aneurismáticos perclorato de hierro con el fin de reducirlos mediante coagulación.

Las primeras jeringuillas estaban hechas de metal, posteriormente, en 1866, sé fabricarían de cristal, para poder ver el volumen y el estado del líquido que se inoculaba al paciente.

Estas jeringuillas se esterilizaban después de cada uso, aun así, se documentaban contagios de enfermedades por su uso, entre ellas hepatitis.

Hoy en día, en toda Europa son conocidas las jeringas hipodérmicas bajo el nombre de este famoso doctor (Pravaz).

Las jeringuillas desechables tal como las conocemos hoy, salieron al mercado en 1964 con la empresa Becton Dickinson. Actualmente se fabrican unos 20 000 millones de jeringuillas diarias en el mundo.

En la imagen un estuche del afamado fabricante francés de instrumentos quirúrgicos Frédéric Charrière (1803 -1876).

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