En el libro bíblico del Génesis, Caín y Abel son los dos primeros hijos de Adán y Eva. Caín, el primogénito, era agricultor (se ocupaba del cultivo de granos y frutas y vegetales), y su hermano Abel era pastor (criaba ovejas).

Según el relato bíblico, Caín y su hermano Abel presentaron sus sacrificios a Dios en sus respectivos altares; al verlos, Dios prefirió la ofrenda de Abel (las primicias y la grasa de sus ovejas) a la de Caín (dones de los frutos del campo). Caín enloqueció de celos y mató a su hermano. Después de esto, volvió a sus cultivos. Al ser interrogado por Dios acerca del paradero de su hermano, Caín respondió «¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano?».

Sabiendo Dios lo que había ocurrido, castigó a Caín condenándolo a vagar por la tierra; pero le colocó una marca particular para preservar su vida ante los habitantes de la tierra. En su peregrinaje Caín llegó a la tierra de Nod donde edificó la primera ciudad a la cual llamó Enoc, por el nombre de su hijo.

Los descendientes de Caín, de los cuales algunos aparecen en Génesis 5, se convirtieron cada vez más malvados. Lamec, el quinto descendiente de Caín, fue un polígamo y un asesino, y se jactaba de su pecado (Génesis 5:23). Probablemente todos los descendientes de Caín murieron en el diluvio.

José Saramago escribió una novela narrando la historia de Caín desde su perspectiva personal de cómo sucedieron los hechos.

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