La sonda Voyager 1 de la NASA partía hacia un viaje a lo desconocido el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral (Florida, Estados Unidos). Ni los pronósticos más optimistas esperaban que, a día de hoy, aún continúe adelante. Esta nave y su gemela, la Voyager 2, lanzadas para explorar los planetas gigantes Júpiter y Saturno, se han convertido en los ingenios humanos que han conseguido llegar más lejos.

Su misión extendida es localizar y estudiar los límites del sistema solar, incluyendo el cinturón de Kuiper y más allá, así como explorar el espacio interestelar inmediato, hasta fin de misión. El 25 de agosto de 2012 fue cuando Voyager I cruzó la heliopausa y entró en el espacio interestelar, siendo el primer objeto creado por el hombre en lograrlo.

Voyager I se aleja con una velocidad de 3,6 unidades astronómicas (29 minutos-luz) por año del Sol, lo que corresponde a 17 km/s. Medidas exactas apuntan a que la velocidad disminuye muy lentamente de forma imprevista. Las causas de este frenado son objeto de diversas controversias.

La sonda también contiene en su interior un objeto muy especial, de carácter simbólico más que científico. Se trata del Disco de oro, un disco de gramófono con los «Sonidos de la Tierra» que retratan la diversidad de la vida y la cultura de nuestro planeta, seleccionado por un comité que presidió el gran divulgador científico Carl Sagan.

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