El concepto de antonomasia procede del vocablo latino /antonomasĭa/. Es una clase de sinécdoque que implica hacer referencia a alguien a través de una de sus cualidades, o a nombrar una cualidad mediante el nombre propio de aquel que la ostenta.

Cabe recordar que la idea de sinécdoque pertenece al terreno de la retórica: se trata de un tropo (el cambio de una expresión por otra que dispone de un sentido figurado) que designa a un elemento con la denominación de otro. De este modo podemos decir que la antonomasia es un tropo o, más específicamente, una sinécdoque.

Un ejemplo de antonomasia ocurre cuando alguien menciona la Ciudad de la Luz para nombrar a París. En este caso, en lugar de aludir a la capital de Francia por su nombre, se hace referencia a su cualidad como pionera en el desarrollo de la iluminación de los espacios públicos (o incluso por su condición de “faro” cultural).

Referirse a un hombre de gran belleza física como un adonis también constituye una antonomasia. El sentido figurado surge del personaje mitológico hijo de Cíniras y Mirra que se destacaba por su hermosura.

La primera persona en haber distinguido y establecido el uso de esta clase de antonomasia fue Gérard Jean Vossius, un profesor universitario del siglo XVI oriundo de Países Bajos dedicado a la enseñanza de filosofía, teología, lengua griega e historia. Por esta razón, es correcto mencionarla bajo el nombre de antonomasia vossiana.

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