La calima es un fenómeno meteorológico que se produce en la atmósfera y está caracterizado por la presencia de partículas de polvo y arena, e incluso en algunas ocasiones de cenizas y arcilla en suspensión. El resultado es un ambiente turbio. Existen diferentes tipos de calima dependiendo de sus características.

La calima tipo A: Se trata de un tipo de calima “natural”. Se forma a partir del transporte de la arena, el polvo y las sales que están en el agua de un sitio costero al interior de la ciudad. La concentración de estas partículas en el aire, reduce la visibilidad y puede ser peligroso para la salud respirar tantas partículas en el aire de una forma continua.

La calima tipo B: Se suele dar en episodios muy concretos. Puede suceder cuando la contaminación en las ciudades es más alta dada la estabilidad atmosférica y la ausencia de viento. En este caso, las emisiones de gases de los tubos de escapes en la conducción se almacenan en los centros urbanos, provocando una auténtica niebla de contaminación. También puede ocurrir la calima por el humo vertido en un incendio forestal. La respiración de estas partículas es aún más peligrosa para la salud que las del tipo A

Como efecto inmediato y en función de su densidad, produce una disminución en mayor o menor medida de la visibilidad y la aparición de molestias en ojos, nariz y garganta. Si es persistente o abundante, al cabo de unos días suelen aparecer otros síntomas como broncoespasmos, crisis respiratorias y asma

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