Escopas es un célebre escultor y arquitecto clásico griego del siglo IV a. C.. Junto con Praxíteles, Lisipo son los tres grandes escultores representativos de la segunda fase del clasicismo.

Según el antiguo escritor griego Plinio, Escopas fue empleado para trabajar en la escultura de mármol en el ala oriental del Mausoleo en Halicarnaso (350 a.C) mientras que Briaxis (350 – 312 a.C.) se empleó en el norte, Timoteo en el sur y Leocares (372 – 324 a.C) hacia el oeste.

Entre las piezas escultóricas cuya paternidad se atribuye a Escopas, conservadas en copias del período helenístico, se encuentran el grupo de las Nióbides, que representa el sacrificio de las hijas de Níobe, y Meleagro y el jabalí de Calidón. Constituye una magnífica síntesis de su estilo la famosísima Ménade, una danzante que encarna el movimiento y la gracia.

Más interesado por mostrar el estado anímico que el físico, Escopas creó unas figuras agitadas, representadas en un movimiento convulso, y puso en los rostros una expresión de gran patetismo acentuada por los ojos profundamente hundidos y la boca entreabierta.

En sus obras se advierte un estilo de gran originalidad, caracterizado por el trazo nervioso, la fastuosidad de los drapeados y una considerable intensidad dramática. Con este innovador tratamiento, Escopas abandona la idealización característica del clasicismo y anticipa la carga emocional propia de la escultura helenística.

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