Cereza y guinda son los nombres del fruto de varios árboles del género Prunus, aunque comercialmente se aproveche un número limitado de especies.

Si bien todos los cerezos son del género Prunus, a este género también pertenecen especies que no lo son, y destacan por producir frutos de mayor tamaño, como son el ciruelo, el almendro, el albaricoquero o damasco y el melocotonero o duraznero.

En España se distingue como guinda al fruto de Prunus cerasus y como cereza al de Prunus avium, siendo en América más común la denominación «cereza ácida», para el primero y «cereza dulce», para el segundo.

Las características físicas de las cerezas puede variar significativamente entre sus distintas variedades las cuales son cientos de ellas. Se pueden encontrar cerezas de color rojo, rojo oscuro, rojo intenso, amarillo, oscura-púrpura, verde, entre otros, al igual la pulpa puede variar su color en función de la variedad.

Las cerezas aportan una buena dosis de vitamina C y de ácido fólico, así como pequeñas cantidades de varios minerales, pero sobre todo son ricas en ácidos orgánicos y en compuestos antioxidantes y antiinflamatorios que la convierten en un alimento casi medicinal.

El cerezo dulce tuvo su origen probablemente en el mar Negro y en el mar Caspio, difundiéndose después hacia Europa y Asia, llevado por los pájaros y las migraciones humanas. Fue uno de los frutales más apreciados por los griegos y con el Imperio Romano se extendió a regiones muy diversas.

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