El asalto de la prisión parisina de la Bastilla es percibido como el origen de un movimiento que provocó la derrota del modelo de monarquía absolutista: la Revolución Francesa

La de 1789 es, sin duda, una fecha que modificó el curso de la historia. La toma de la Bastilla, el 14 de julio de ese mismo año, se ha considerado tradicionalmente el inicio de la Revolución Francesa y, como tal, el punto de inflexión entre un mundo que agonizaba, el del Antiguo Régimen, y una nueva sociedad más libre e igualitaria.

Se trató de una circunstancia histórica excepcional, que quedó bien definida en un dibujo satírico de la época. En este, un burgués rompía las cadenas que le ataban y tomaba las armas ante el gesto horrorizado de un sacerdote y un aristócrata.

El 9 de julio, cuando la Asamblea Nacional se concedió a sí misma el calificativo de Constituyente, Luis XVI contempló el fin de la monarquía absoluta. Ante la firmeza de los representantes de la burguesía, Luis XVI no tuvo más remedio que capitular.

La Bastilla había sido tomada y lo que podía haber sido un simple acontecimiento en el curso del movimiento revolucionario se consagró como el emblema de la victoria del pueblo contra los tiranos.

La fortaleza medieval, conocida como la Bastilla, solo custodiaba a siete prisioneros, pero la rendición de la prisión, símbolo del despotismo de la monarquía francesa, provocó un auténtico sismo social tanto en Francia como en el resto de Europa, llegando sus ecos hasta Rusia.

Más información: es.m.wikipedia.org