Son los siete minutos que transcurren entre el momento en que una sonda entra en la atmósfera de Marte a una velocidad de aprox. 20 mil Km/h y, en sólo 7 minutos, un sistema totalmente automático, tiene que hacer que llegue a la superficie a cero de velocidad.

La nave, llega a las proximidades del planeta rojo a una velocidad de 19.800 km/h, que tendrá que reducir hasta los 8-5 km/h mientras atraviesa su atmósfera. Esa desaceleración tan brutal tiene que ocurrir en poco menos de siete minutos. La fricción con la atmósfera aumentará la temperatura del escudo térmico de la nave hasta 1.500 ºC y ayudará a ralentizar la entrada. A continuación, se abrirá el sistema de paracaídas y finalmente unos cohetes retropropulsores frenarán el descenso hasta que toque el suelo marciano.

El terror viene a raíz de que el descenso no puede ser probado en la Tierra, si se olvida un ínfimo detalle, no importará si el 99,9% se hizo bien, pues por ese 0,1% terminará en fracaso total. No hay lugar para el error.

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