¿A qué creían los alquimistas medievales que la Piedra Filosofal podía convertir los metales base?
Durante cientos de años, los alquimistas se esforzaron en sus laboratorios para producir una sustancia mítica conocida como la piedra filosofal. Se decía que este material, supuestamente denso, ceroso y rojo, permitía el proceso que se ha convertido en sinónimo de alquimia: la crisopeya, la metamorfosis o transmutación de metales básicos como el plomo en oro.
A menudo se ha tachado a los alquimistas de charlatanes pseudocientíficos, pero en muchos aspectos allanaron el camino a la química y la medicina modernas. Los alquimistas de los siglos XVI y XVII desarrollaron nuevas técnicas experimentales, medicinas y otros brebajes químicos, como los pigmentos. Pero a pesar de su potencia intelectual y su perspicacia experimental, la piedra filosofal siempre estuvo fuera de su alcance
El problema es que los alquimistas aún no sabían que el plomo y el oro eran elementos atómicos diferentes, pues aún faltaban cientos de años para la tabla periódica. Creían que eran compuestos híbridos y, por tanto, susceptibles de sufrir cambios químicos en reacciones de laboratorio.
Sin embargo, con la llegada de la era atómica en el siglo XX, la transmutación de los elementos se hizo finalmente posible. Hoy en día los físicos nucleares transforman de forma rutinaria un elemento en otro.
¿Pero qué hay de la legendaria transmutación del plomo en oro? Es posible: sólo se necesita un acelerador de partículas, una gran cantidad de energía y una expectativa muy baja de la cantidad de oro final.
Más información:
www.scientificamerican.com
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