Según el folclore del siglo XX, las leyes de la aerodinámica demuestran que el abejorro es incapaz de volar.

«Supuestamente, alguien hizo un cálculo aproximado, teniendo en cuenta el peso del abejorro y la superficie de sus alas, y calculó que si solo vuela a un par de metros por segundo, las alas no producirían suficiente sustentación para mantenerlo en pie», explica Charlie Ellington, profesor de Mecánica Animal de la Universidad de Cambridge.

El origen de esta afirmación ha sido difícil de precisar con certeza. John H. McMasters contó una anécdota sobre un aerodinamista suizo anónimo que, en una cena, realizó unos cálculos aproximados y concluyó, presumiblemente en broma, que, según las ecuaciones, los abejorros no pueden volar.

En años posteriores, McMasters se retractó de este origen, sugiriendo que podría haber múltiples fuentes, y la primera que ha encontrado fue una referencia en el libro de 1934 «Le Vol des Insectes», del entomólogo francés Antoine Magnan (1881-1938); habían aplicado las ecuaciones de la resistencia del aire a los insectos y habían descubierto que su vuelo era imposible.

Sea como fuere, se cree que para estos cálculos se asumió los principios de la aerodinámica bajo un modelo de ala fija, como un avión. Esta asunción sería errónea pues existe evidencia científica de que el abejorro no vuela como un avión, sino que bate sus alas con una alta frecuencia moviéndolas en forma de ocho.

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