Ares es representado como un guerrero fuerte, alto y terrorífico, siempre armado y dispuesto para la batalla, amante de las trifulcas y el derramamiento de sangre. Los griegos no fueron muy devotos seguidores de este dios, al que apenas rindieron culto en algunos santuarios. Los romanos, sin embargo, asimilaron al dios Ares con su propia divinidad de la guerra, Marte, un dios muy popular que estaba en la esencia del carácter romano y que incluso participó en la leyenda de la fundación de Roma como padre de Rómulo y Remo.

Poco sabemos acerca del nacimiento y la infancia del dios de la guerra. La mayoría de los autores antiguos lo citan como hijo de Zeus y Hera, uno de los escasos frutos legítimos de este matrimonio. En alguna tradición se sitúa el lugar de nacimiento de Ares lejos de Grecia, en la tierra de Tracia, donde los bárbaros habrían desarrollado un rico culto a este dios. Es probable que los tracios, pueblo belicoso e indómito, rindieran un culto preferente a alguna divinidad guerrera, motivo por el cual los griegos habrían atribuido a esta tierra el haber sido la cuna de este dios. Algunos autores, llevados por estos datos, han afirmado que el origen del Ares griego habría estado en Tracia, y que los griegos se habrían limitado a copiarlo de sus vecinos del norte, siendo ésta la causa de que su culto estuviera poco desarrollado en la Hélade

Según la mitología romana, Rómulo y Remo son los hijos gemelos que Ares tuvo con una mortal.

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