En la antigüedad la mayoría opinaba que la Tierra estaba sostenida por elefantes plantados sobre una gran tortuga de mar. Aristóteles, filósofo y científico griego, enseñó que todos los cuerpos celestes estaban encajados en esferas transparentes, cada una dentro de otra más grande, con la Tierra en el centro.

Nicolás Copérnico y Johannes Kepler plantearon que los planetas giran alrededor del Sol llevados por una fuerza invisible. Unas décadas más tarde, Isaac Newton demostró que la gravedad controla el movimiento de los objetos en el espacio.

Así que en el siglo dieciocho de nuestra era, los científicos empezaron a aceptar la idea de que los planetas quizás se sostenían en el vacío. Pero ya en el libro bíblico de Job, escrito en el siglo quince antes de Cristo, leemos que el Creador “sobre la nada tiene suspendida la tierra” (Job cap. 26 vers. 7, Nueva Version Internacional).

Es interesante también el hecho que en la antigüedad pensaban que la Tierra era plana. En el siglo quinto antes de Cristo, algunos científicos griegos sugirieron que tenía forma de esfera. Pero mucho antes, en el siglo octavo antes Cristo, el escritor bíblico Isaías afirmaba que Dios "está asentado sobre el globo de la tierra" (Isaías cap. 40 vers. 22, Edición Biblica Reina Valera 1909).

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