Se llama clepsidra (del griego hydro, que significa agua y klepto, que significa robo), o reloj de agua, a cualquier mecanismo para medir el tiempo mediante el flujo a una velocidad constante de un líquido que sale de un recipiente y se recibe en otro, uno de los cuales está graduado.

Los egipcios inventaron las clepsidras aunque también fueron utilizadas por otras civilizaciones antiguas. Se usaban principalmente durante la noche, cuando los relojes de sol no podían funcionar.

Las clepsidras egipcias consistían en una vasija de cerámica de forma cónica, con varias marcas talladas, que contenía agua hasta cierto nivel y tenía un orificio en la base que permitía el paso del fluido a otro recipiente colocado más abajo de tal manera que el descenso del nivel de agua en el cono marcado indicaba los diferentes períodos.

Existían también clepsidras más sencillas que utilizaban dos cuencos y el mismo principio de funcionamiento. Según algunos historiadores, se construyó una clepsidra de este tipo para el rey Amenhotep I hacia el año 1530 a. C.

En Grecia y Roma, las clepsidras se usaron para señalar el tiempo asignado a los oradores y en las campañas militares para señalar las guardias nocturnas.

El reloj de agua egipcio, más o menos modificado, siguió siendo el instrumento más eficiente para medir el tiempo durante muchos siglos.

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