En la antigua Roma los que cortaban y arreglaban las barbas se llamaban "Tonsores", más propiamente dicho eran los peluqueros, y la habitación en donde ejercian su trabajo se llamaba "La tonstrina".

Estas habitaciones eran un centro de debate abierto, en donde los clientes hablaban temas de la actualidad del momento, mientras esperaban su turno. El local estaba rodeado de bancos con taburetes para sentarse. Por falta de tiempo muchas veces eran atendidos por los ayudantes del tonsor, estos eran llamados Circitores.

Los Tonsores también ejercían de dentistas, realizando extracciones dentales. El afeitado de la barba se realizaba solo con agua y navajas de bronce bien afiladas con piedras o por medio de depilación con cera de abejas y pinzas depiladoras pelo a pelo.

Los Patricios que gozaban de una mayor posición social, contaban con barberos propios entre su servidumbre. Para los clientes más pobres habían tonsores instalados en la vía pública.

A los esclavos les estaba prohibido afeitarse bajo la aplicación de severas penas, por lo que lucir las barbas en una época era señal de servidumbre.

Tras un aprendizaje el tonsor obtenía permiso para abrir su propia tonstrina. Las navajas barberas (novaculae) y los cuchillos que también usaban para afeitarse se afilaban en una piedra, laminitania, originaria de Hispania (Campo de Montiel).

Los más experimentados barberos gozaban de cierta fama, los mas buscados eran los minuciosos y detallistas según la moda.

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