La región de los Sudetes, poblada mayoritariamente por alemanes, había quedado incluida en Checoslovaquia. El triunfo de Hitler, su victoriosa política exterior y la incidencia de la crisis económica de los años treinta alentaron el desarrollo de un importante movimiento nacionalsocialista en la región.

Los sudetes pasaron a formar parte de Checoslovaquia por el Tratado de Versalles. Su población era de unos 3 millones, en su mayoría germanófila. Su líder, el pronazi Konrad Heinlein, acometió una activa política reivindicando la autonomía de la región con la velada intención de anexarla al Tercer Reich. En octubre de 1938 los alemanes ocuparon la región, expulsando de ella a la mayoría de la población checa.

Checoslovaquia tenía concertada una alianza con Francia y la URSS. Francia, ante las amenazas germanas, buscó el apoyo del Reino Unido antes de socorrer a su aliado. Sin embargo, Chamberlain, jefe del gobierno británico, no se mostró dispuesto a defenderlo. La tensión se incrementó cuando Hitler decidió prestar todo su apoyo militar a los sudetes. Éste, Francia y Gran Bretaña se prepararon para una inminente guerra.

Meses más tarde, en marzo de 1939, la mayor parte de Checoslovaquia fue incorporada a Alemania y convertida en el Protectorado de Bohemia y Moravia.

La Política de apaciguamiento no había dado los frutos deseados y, ante la posibilidad de que la siguiente víctima fuera Polonia, advirtieron a Hitler de que, si ésta era invadida, le declararían la guerra.

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