Una de las principales formas de empleo de la fuerza de trabajo de los indígenas americanos por parte de los españoles fue la que se conoce como encomienda. Esta institución establecía que un español, conocido como encomendero, tenía a su disposición un pueblo de indios con sus caciques para que le pagasen tributos y le sirvieran. La figura del cacique o personaje principal de los poblados era muy importante porque solía ser el intermediario entre el encomendero y los indios, especialmente en la cuestión de los tributos.

Fue la institución más difundida en toda América y el instrumento eficaz para consolidar el dominio del territorio porque encuadraba y organizaba a la población indígena como mano de obra forzada. Fue un medio empleado por la Corona para recompensar a los que habían prestado servicios importantes, y contribuido a la conquista y, además, para fijar a la población europea en el continente.

Las prestaciones establecidas en la encomienda eran el tributo y el servicio personal.

Esta institución condujo a muchos abusos, ya que en muchos casos encubría una esclavitud que legalmente estaba prohibida.

Entre los más activos críticos a estos abusos estuvieron Fray Montesinos y Fray Bartolomé de las Casas.

En el año 1512, tras las denuncias de Montesinos sobre las primeras encomiendas, se promulgaron las Leyes de Burgos, que intentaron regular la institución y establecieron garantías para los indios, ordenando que debían recibir un trato justo,

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