Los ácidos nucleicos fueron descubiertos en 1867 por Friedrich Miescher, que los llamó nucleína ya que los aisló del núcleo celular. Más tarde, se comprobó que las células procariotas, que carecen de núcleo, también contenían ácidos nucleicos. Aunque se sospechaba del papel del ARN en la síntesis de proteínas desde 1939 no se confirmaría hasta 1954 cuando Severo Ochoa, (1905-1993), descubrió una enzima, la polinucleótido fosforilasa, capaz de sintetizar ARN in vitro a partir de ribonucleosidodifosfatos. Ganó el Premio Nobel de Medicina en 1959 tras descubrir cómo se sintetizaba el ARN.

El ácido ribonucleico, ARN, es un ácido nucleico formado por una cadena de ribonucleótidos. Está presente tanto en las células procariotas como en los eucariotas, y es el único material genético de ciertos virus (virus ARN).

El ARN se puede definir como la molécula formada por una cadena simple de ribonucleótidos, cada uno de ellos formado por ribosa, un fosfato y una de las cuatro bases nitrogenadas (adenina, guanina, citosina y uracilo). El ARN celular es lineal y monocatenario, de una sola cadena mientras que el genoma de algunos virus es de doble hebra.​

En los organismos celulares desempeña diversas funciones; el ADN no puede actuar solo, y se vale del ARN para transferir esta información vital durante la síntesis de proteínas. Varios tipos de ARN regulan la expresión génica, mientras que otros tienen actividad catalítica. El ARN es, pues, mucho más versátil que el ADN.

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