Pocos años después de la invención del globo aerostático, un francés ideó el primer modelo de paracaídas con el que se podía saltar desde cientos de metros de altura

El estudio sistemático que llevó a la creación de paracaídas eficaces se desarrolló tras el invento del globo aerostático, en 1783, por parte de los hermanos Montgolfier.

Se suele considerar a Jacques-André Garnerin como el creador del diseño definitivo del paracaídas. Nacido en París en 1769, estudió física y luchó en las guerras revolucionarias. Prisionero de los austríacos, pensó que un paracaídas le serviría para saltar el muro de la prisión y evadirse.

En 1797, ya en libertad, construyó su primer prototipo: una cúpula de seda de siete metros de diámetro, sin bastidor rígido en los bordes, unida a una cesta mediante un mango central como el de un paraguas y 12 cuerdas atadas al borde de la tela.

El 22 de octubre de 1797, Garnerin hizo su primer salto en el parque de Monceau de París y se convirtió en la primera persona en realizar un salto registrado usando un paracaídas.

Entre los espectadores se encontraba Jeanne-Geneviève Lambrose, de 22 años, que se convertiría en alumna y esposa de Garnerin, y que en 1799 fue la primera mujer paracaidista.

Garnerin realizó decenas de exhibiciones de su invento. En 1802, tras la firma de la paz de Amiens entre Napoleón y los británicos, cruzó el canal de la Mancha en un globo y descendió en paracaídas sobre suelo británico desde 2.400 metros de altura.

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