De acuerdo a la mitología griega, Prometeo era un titán que urdió un engaño contra Zeus al realizar el sacrificio de un gran buey que dividió en dos partes: en una de ellas puso la piel, la carne y las vísceras, que ocultó en el vientre del buey y en la otra puso los huesos pero los cubrió de apetitosa grasa. Dejó entonces elegir a Zeus la parte que comerían los dioses. Zeus eligió la capa de grasa y se llenó de cólera cuando vio que en realidad había escogido los huesos. Desde entonces los hombres queman en los sacrificios los huesos para ofrecerlos a los dioses, y comen la carne.

Indignado por este engaño, Zeus prohibió a los hombres el fuego. Prometeo decidió robarlo, así que subió al monte Olimpo, lo cogió de la forja de Hefesto y lo devolvió a los hombres en el tallo de una cañaheja. De esta forma la humanidad pudo calentarse y utilizarlo para llevar a cabo sacrificios de animales.

Zeus se vengó e hizo que lo encadenaran en el Cáucaso, para que un águila se comiera el hígado de Prometeo. Siendo este inmortal, su hígado volvía a crecer cada noche, y el águila volvía a comérselo cada día.

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