La idea de aplicar electricidad al calentamiento de la plancha es muy temprana. Estamos hablando pues de la primera plancha eléctrica: la idea se le ocurrió a un norteamericano de Nueva Jersey llamado Henry W. Seely en 1882, a quien se considera como el inventor de la plancha eléctrica.

Este artilugio disponía de un arco voltaico abierto que no pudo ser aprovechado por dos razones importantes: en las casas no había conexión a la red eléctrica, y no existía aún un termostato regulable que evitara que las prendas se quemaran, por lo que se llamó al invento de Henry “el invento de los tontos”, y aunque la idea era excelente, su aplicación no sería posible.

En 1897 un camarero de Minneapolis, Charles Carpenter, dotó a la plancha eléctrica de Henry Seely de una resistencia espiral, solucionando algunos de los problemas que el artilugio presentaba.

En 1901 la electricidad entró en los hogares debido a que las compañías eléctricas proliferaron, y la plancha eléctrica se vendía en el mercado, alternando con las llamadas “planchas monstruo” por su tamaño y peso: más de cuatro kilos.

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